Wednesday, June 08, 2005

AGENTE DOBLE, DOBLE AGENTE

Esta mañana me he levantado contenta, feliz ante la perspectiva de todo un día por delante, limpio como una sábana limpia, para hacer la cantidad de cosas que tengo que hacer.

Mientras el café estaba en el fuego he aprovechado para recoger un poco la casa, y al entrar en la habitación he comprobado con disgusto que mi otro yo estaba todavía en la cama.
-Es tardísimo, levántate, le he dicho.
-Paso, déjame en paz. De vez en cuando me gusta dormir once horas, ya lo sabes.

Y tanto que lo sé. Madre mía si hemos desperdiciado tiempo por su culpa. A mí me pone enferma eso de quedarme en la cama hasta las tantas, pero bueno, qué le vamos a hacer. Aún así he insistido.

-Venga, levanta. O estamos en la cama o hacemos cosas, pero lo hacemos a la vez, que luego pasa lo que pasa.
-He soñado con Venecia. Estaba haciendo submarinismo en los canales.
-Ya lo sé, yo también.

Total. Que entre unas cosas y otras al final me ha dado pereza salir y me he quedado en el sofá viendo la tele y mirando al techo de vez en cuando, muy interesada. Es increíble lo que te puede contar el techo de una casa, a mí es una cosa que me inspira una barbaridad. En esas estaba cuando ha aparecido por ahí mi querido alter.
-¿Tú quién eres?, me ha preguntado un poco mosqueada.
-¿Cómo que quién soy? Yo soy tú.

Vaya pregunta, creo que la pobre anda un poco nerviosilla últimamente, no sé muy bien qué le pasa.

-¿Y qué haces en el sofá? Teníamos un montón de cosas que hacer hoy. Esta mañana me he levantado para comerme el mundo, para dar pasos de gigante, para encontrar soluciones fabulosas ¿Qué ha pasado?
-Que nos hemos intercambiado, tonta. Ni que fuera la primera vez... ¿Te encuentras bien?
-Sí, bueno. En fin, un poco desorientada. Anda, vámonos a la calle, que hace muy buen día.
-Tienes razón.

La tarde era perfecta, soleada y con una brisa muy agradable. Me he mirado en el cristal de un escaparate y tenía buen aspecto. Ningún atisbo de desdoblamiento, ninguna parte de mí por ahí colgando, que la verdad, hace un efecto horroroso.
Me he sentado en una terraza a tomar algo y a hojear tranquilamente el periódico. Se estaba de maravilla, hasta que la he sentido despegarse y sentarse enfrente mío muy seria.

-Tenemos que irnos
-¿Para llegar a dónde?
-No sé, a algún sitio. A los sueños.
-¿A Venecia te quieres ir ahora?
-Ya me entiendes, idiota. A ser tú misma.
-Ya somos nosotras mismas.
-No, yo quiero ser más yo. Ya sabes a qué me refiero. ¿Pero tú de qué parte estas? ¿Para quién trabajas?
-Soy agente doble, igual que tú.
-No te aguanto, me pones nerviosa. (Silencio). Igual tienes razón.
-Ya lo sé (silencio). Tú también me pones nerviosa.

La conversación era absurda, como siempre, además de aburrida. Pero lo hemos dejado porque ha pasado una cosa. En un momento dado mi otro yo se ha quedado mirando hacia el horizonte y su cara ha reflejado sorpresa y susto.

-¡Mira!, me ha dicho señalando hacia un lugar situado a la altura de un segundo piso.

He mirado y me he visto desplazándome por el aire como a propulsión. Me he quedado preocupada. ¿Nos habremos enamorado?

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Me han dicho que Venecia huele mal.

10:07 AM  
Anonymous Anonymous said...

No se si te lo he dicho pero me gustan tus relatos. habra alguno en el que no hables del amor o de enamorarse?????? un beso.

1:45 PM  
Blogger fin del mundo del fin said...

"Love is in the air..."
Pero si este no va de amor!!!
Yo estuve en Venecia una vez. No olía mal, y encima había dos enormes arcoiris. Precioso.
Besos, pareja.

11:49 PM  

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