Monday, April 23, 2007

COSAS-TRANPARENTES

El Doctor Black la miró con ojos líquidos. Ojos que no combinaban del todo con su media sonrisa.

-Veamos qué tiene usted, señorita.

Sirop estaba sentada al borde de la camilla, un hilo invisible desde el techo hasta su cabeza la mantenía erguida y rígida.

-No tengo rostro, doctor. ¡Soy un monstruo! -Dijo Sirop. La tensión le hacía exponer levemente su cuello a las miradas intermitentes del doctor.

-Entiendo. ¿Desde cuándo? -El doctor se acercó a la camilla con varios instrumentos de exploración.

-Me di cuenta cuando esa persona se acercó para verme mejor. Vi en sus ojos la decepción porque su mirada me atravesaba. En el fondo no es tan grave, doctor –dijo Sirop enseguida con la intención de convencerse-. Me miro en los espejos todos los días y me pinto los labios como las personas normales.

-Ya veo -dijo gravemente el doctor mientras miraba en el ojo izquierdo de Sirop con una lupa-. Sí, sí, en efecto. Parece un típico caso de "Cosas-Transparentes" -sentenció.

Sirop emitió un suspiro de alivio, pero algo en los ojos del doctor Black le dijo que no debería haberlo hecho.

-Bien. En la mayoría de los casos tiene tratamiento -siguió hablando mientras dibujaba distraídamente unos garabatos en un papel- pero no le voy a ocultar que la curación total es difícil. Los síntomas, como usted sabe, cambian todo el tiempo.¿Me comprende?

-Me da tanto miedo no tener una cara. -dijo Sirop al borde del llanto.

-No se preocupe, mujer –sonrió otra vez por la mitad-. Yo le veo muy buen aspecto.

Black dejó delicadamente la lupa en el escritorio. -Pero ahora veamos su espalda -dijo sin darle importancia, mirando al vacío. Sirop no pudo evitar estremecerse.

El doctor se puso unos guantes de goma y procedió a medir la espalda de Sirop con un compás. Apuntaba cada resultado en un papel.

-Humm, no me gusta. La tiene usted cargada de secretos -concluyó Black-. ¿Cómo son sus sueños por la noche?

-Muy normales. –respondió Sirop un poco asustada-. Yo siempre soy otra persona y mi casa siempre es otro lugar.

-No se confíe, señorita, el síndrome de "Cosas-Transparentes" se agrava si está ligado al espantoso mal del sueño; y no queremos que eso ocurra ¿verdad que no? -Black hizo su última medición clavando la aguja del compás entre dos costillas de sirop, lo cual hizo brotar una lágrima de sangre espesa y oscura.

-Bien, ahora las rodillas -ordenó. Sus ojos brillaban.

Sirop levantó su falda hasta que quedaron a la vista, hermosas y gemelas. El doctor Black se inclinó hacia ellas, lentamente, y comenzó a auscultarlas deteniéndose largo rato. -Uno nunca deja de sorprenderse de lo que llegan a contarnos –acertó a decir con voz entrecortada, porque un velo invisible le había nublado la voz. Cuando el velo se retiró, pudo decirle a Sirop-: Bien, señorita. Hemos acabado por el momento.

-¿Qué va a pasar? ¿Voy a encontrarme? -Sirop no podía esconder la esperanza de su voz.

-Tranquilícese, querida. Las cosas no son así de fáciles. -Dijo Black sonriendo-. Y por otra parte, piense en las ventajas que tiene su enfermedad. Usted es un camaleón, todos queremos tocarla y reflejarnos en usted. ¿Qué tiene de malo? Black miraba a Sirop y corroboraba sus palabras punto por punto.

-Quiero mi cara, no me mire más por favor, basta.

La rabia de Sirop se ahogaba en su miedo. El doctor Black la miró más fuerte, y ella notaba, indefensa, cómo sus ojos se volvían líquidos y una media sonrisa se iba abriendo camino hacia su boca. Hasta que logró lanzar un grito de animal ahogado.

-Está bien, está bien. Está usted muy nerviosa. -dijo Black retrocediendo-. ¿Sabe usted? Quizá debería buscar a la persona que la miró. Obligarle a intentarlo otra vez.

-No querrá verme nunca más, sabe que todo pasa a través de mí. -Dijo Sirop recostada en la camilla, abatida infinitamente.

-En ese caso necesitará seguir un régimen severo para paliar los efectos. A partir de ahora evite el silencio, las paredes vacías, y ya que estamos, intente no comer olivas a la hora de acostarse.

Sirop estaba desolada y dividida. Pero se tocó la cara y no supo decir nada más. El doctor Black se sentó tras su escritorio a extenderle varias recetas y a introducir disimuladamente una muestra de la sangre de Sirop en un tubo de ensayo.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

oh oh...


bss,o.

9:51 AM  

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